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20.1.08

 

Horizonte de Sucesos en el CCAI


































(vistas de la exposición)

Horizonte de Sucesos
de Paco Nadie
Centro de Cultura Antigüo Instituto Jovellanos de
Fundación Municipal de Cultura
Ayuntamiento de Gijón
(Enero-Febrero de 2008)

19.1.08

 



















You know, for kids!


Domingo Hernández Sánchez



"Estaba mirando a un agujero... un agujero negro, y el agujero se abrió mientras miraba...
...y sentí que me caía hacia delante, hundiéndome en la nada."
Charles Burns, Agujero negro


"El Hoyo... un nombre perfecto... ¡es un PUTO AGUJERO!"
Charles Burns, Agujero negro



Pobres agujeros... Su pesado simbolismo nunca ha tenido mucha suerte, la verdad. Y mira que se ha esforzado la media sonrisa, o mueca, según los gustos, que suele acompañarlos. Ya sabéis, la del significado obsceno y las alusiones sexuales, o, para expresarlo de manera postmodernamente correcta, la del “cuerpo eviscerado, carne perforada, hendidura abyecta, palabra herida” o cualquier otra banalidad superprofunda, nunca mejor dicho. Todo eso ha intentado conferirles cierta dignidad, ambigua, claro, pero dignidad a fin de cuentas. Ni por esas. Casi era mejor antes, cuando el significado místico-metafísico-existencial permitía un discurso aparentemente más serio. Entre las dialécticas de interiores y exteriores, profundidades y superficies, abismos nadeantes y fondos oscuros, evasiones y ocultamientos o búsquedas de luz y hoyos infernales, parecía que el agujero desprendía cierta importancia, que ése era su sitio, que se encontraba cómodo. Cuando tales dialécticas comenzaron a resultar sospechosas y de la atracción del abismo sólo queda el letrerito que nos reclama su fotografía, para que no nos despistemos, ¡que es un abismo, que debe atraernos!, entonces la cosa cambia.

Sea como sea, y tras las perforaciones del alma, primero, y del cuerpo después, el hecho es que el pobre agujero, por mucho que se ha intentado, por muy negro que se precie, no ha dejado nunca de ser más que eso, un simple agujero. Y aun así nos sigue atrayendo. ¡Claro que nos atrae! ¿Cómo no nos va a atraer si nos pasamos el día queriendo lanzarnos a algo, a lo que sea, para desaparecer por un rato y volver “como nuevos”? Volver a nacer, en efecto, recuperar una mirada inocente “para verlo todo por primera vez”, lanzarnos al agujero para salir de él... supuestamente purificados. No, nunca hemos dejado de ser modernos, ni siquiera cuando fuimos postmodernos. Nadie podrá decir que no lo hemos intentado, de modos cada vez más cutres, es cierto, pero intentos a fin de cuentas. Y, sin embargo, nos siguen atrayendo los agujeros. Casi tanto como los círculos.

¿Cómo representar, entonces, la atracción del agujero... hoy? ¿Cómo podrá hacerlo alguien que ya creó paisajes con hermosísimas salchichas voladoras? Alguien que ya los estudió en su carácter más orgánico, que los insertó perforados en las paredes de salas de exposiciones, que los convirtió en “cuadros” (“los lienzos pintados son agujeros de idealidad perforados en la muda realidad de las paredes”, escribió hace tiempo un filósofo español). Pero, ¿y nosotros? ¿Cómo vamos a creerle? ¿Cómo no tener sospechas maliciosas? ¿Cómo ser capaces, sin morirnos de risa, de escribir algo en tono catálogo, algo del tipo: “la trayectoria del artista muestra una sugerente coherencia al discurrir de la salchicha al agujero”?


A Paco Nadie le atraen los abismos románticos y los agujeros oscuros. De acuerdo, no dudamos de él. Pero tampoco podemos dudar de que sabe perfectamente que, hoy, los agujeros pueden ser de chocolate blanco o chocolate negro, que los círculos más interesantes son esos Crop circles “de origen desconocido que aparecen súbitamente, en una sola noche, en los campos de cultivo”, de los que habla Andy Thomas, que el cómic de Charles Burns, Agujero negro, es una de las mejores muestras de la “vida en el agujero”, y que posiblemente la gestualización más acertada del “círculo” es la de Tim Robbins, en El gran salto de los Cohen, remitiendo al hula-hop: “ya sabes, para los chicos”. Sabe muy bien todo eso, sabe de la banalización de lo real, sobre todo de sus metáforas y, entre éstas, especialmente de aquellas que remiten a cierta “profundidad”.

Y, aun así, a Paco Nadie le siguen gustando los agujeros, los abismos y su poder para ser horizontes de sucesos o, mejor, como Derrida decía de Baudelaire y su moneda falsa, máquinas de provocar acontecimientos. No ha de extrañar, entonces, su modo de tratarlos: con respeto, con muchísimo respeto, pero sin ninguna pleitesía hacia, y menos nostalgia por, la nada perdida. De ahí que los virtualice, que los represente más perfectos de lo que son, que los fuerce, que los amplíe, que los encadene, que los muestre en negro sobre negro, que los haga hablar con un sonido grave, agudo, ruidoso, silencioso... sonido de agujero. Se muestra así el mayor respeto por algo que sólo ha sido símbolo, sólo metáfora, y lo hace presentándolo en su plenitud más irreal. El artista ya no necesita escatología o, mejor, la ha dejado atrás: es capaz de seguir siendo romántico, aunque no deba, aunque no se pueda... es capaz de convertir un agujero en un abismo, sabiendo que ni hay abismos ni los agujeros son lo que eran. ¿Y qué? De niños todo nos parece enorme, y de eso se trata: you know, for kids!



 



















18-01-2008 / Revista de prensa


Paco Nadie sitúa al espectador al borde del abismo


El artista gijonés inaugura «Horizonte de sucesos» en el Centro de Cultura Antiguo Instituto


Publicado en La Nueva España, Gijón.
J. C. GEA


En la descripción que la física moderna hace del universo, un «horizonte de sucesos» es aquella superficie a partir de la cual la velocidad de escape de la materia que gravita hacia el interior de una estrella, en su fase final de colapso, alcanza la velocidad de la luz. O, dicho de otro modo, el límite a partir del cual se forma un agujero negro y ninguna información, ni siquiera la propia luz, puede llegar a ojos de un observador externo porque está siendo engullida por la masiva gravedad del agujero. Es justamente ahí, en ese límite imposible de la observación de un suceso, donde quiere colocar al espectador el artista gijonés Paco Nadie. Al borde de un lugar que, en cierto modo, ha sustituido el tradicional concepto de la nada justamente con su contrario: un punto tan denso de materia que no hay nada que escape de su atracción. «Horizonte de sucesos», la muestra que ayer inauguró en la sala 1 del Centro de Cultura Antiguo Instituto, se apropia de los conceptos y las metáforas de la física para reformular en términos contemporáneos la vieja cuestión de la atracción del abismo. El proyecto ha salido adelante con la subvención de la Junta de Extremadura, en su capítulo de ayudas a la creación «Francisco Zurbarán», y de la Fundación Municipal de Cultura gijonesa.

«Quería jugar con el espectador, privilegiándolo con la aparente observación de algo que es imposible», comenta Paco Nadie ante la combinación de imágenes infográficas, cajas de luz y videoproyección que integran «Horizonte de sucesos». Pero su pretensión de fondo, independientemente de las mediaciones escogidas, es de estirpe romántica y concentra desarrollos que han atravesado los últimos dos siglos, desde el nihilismo hasta el existencialismo y la literatura del absurdo: «Sólo una nueva manera», según afirma su autor, «de hablar del abismo, de plantear las preguntas que uno se plantea ante él y el sentimiento profundo de absurdo que provoca».

Para ello, Paco Nadie ha trabajado, por una parte, con herramientas infográficas de modelado en 3D que después ha plasmado en un papel especial, en busca de «una textura de fotografía en blanco y negro» que consiga transmitir «de manera muy orgánica» una representación de lo irrepresentable, si no es mediante descripciones matemáticas o gráficos. «Aunque me he documentado con algún material científico, no he buscado representaciones científicas de un agujero negro, sino que he intentado transmitir los aspectos más estéticos y plásticos del concepto de agujero negro», comenta.

Y, en efecto, tanto las falsas fotografías como las cuatro cajas de luz de la instalación y la pieza de vídeo, de unos diez minutos, que se complementan entre sí en «Horizonte de sucesos» consiguen materializar de una manera al mismo tiempo misteriosa, sensual y en apariencia verosímil la noción de esas regiones del espacio-tiempo donde la realidad, tal como la conocemos y la describe la ciencia, se altera y se convierte en algo ajeno a toda descripción. Pero, al mismo tiempo, sugiere otras acepciones igualmente atávicas del «agujero negro», desde las mitologías cosmogónicas hasta la visión del cuerpo humano y la sexualidad como abismos.

Y todo ello, con una visión de los agujeros negros y de lo que éstos simbolizan, que, según el crítico Domingo Hernández Sánchez, «los virtualiza, los representa más perfectos de lo que son», con un «respeto» extremo «por algo que sólo ha sido símbolo, sólo metáfora, presentándolo en su plenitud más ideal».

Música en directo

La inauguración de «Horizonte de sucesos» contó, además, con una actuación en directo del grupo de música experimental «Las Larvas», que integran Antanxa Hernández (violonchelo), Fernando Oyágüez («thelemin», violín, «loops», «samples»), Jesús García Coronado (bases, «samples») y el propio Paco Nadie (bases, guitarra, «samples», armonio). Su actuación buscó -merece la pena transcribirlo- «envolver al público en una crisálida kafkiana de ambientes líricos espesos, con los gritos lejanos del subconsciente colectivo intentando hacerlos entrar en un trance hipnótico audiovisual que los saque por unos instantes (unos 45 minutos) del aburrimiento contemporáneo, el ruido de fondo y la sobreinformación». Una banda sonora perfecta que sí consiguió escapar del «horizonte de sucesos» para impactar a los numerosos asistentes al acto.

9.1.08

 


















*
Horizonte de sucesos.
[La estructura de lo invisible]

Inauguración: 17 de Enero de 2008 a las 19:00h.

(actuación del grupo de música experimental Las Larvas a las 20:00h.)

Del 17 de Enero al 19 de Febrero de 2008
S-1. Antigüo Instituto Jovellanos.
Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón

La cuanto a la singularidad (...) "De acuerdo con la relatividad general, cabe la posibilidad de que una masa redujera sin límite su tamaño y se autoconfinará en un espacio infinitamente pequeño y que, alrededor de ésta, exista una frontera gravitacional a la cual hemos llamado horizonte de sucesos. Una región del espacio puede distorsionarse de tal manera que puede quedar aislada del universo exterior. Los objetos pueden entrar en esa región, pero no pueden salir. Hoy llamamos a esa región agujeros negros. Para que exista un agujero negro, en alguna parte debe haber una singularidad y, para que ello ocurra, debe estar delimitada en su exterior por un horizonte de sucesos, lo que implica en esencia, que no se puede observar desde el exterior la singularidad misma. Cuando nos estamos refiriendo a una «singularidad», estamos pensando en una masa con volumen nulo rodeada de una frontera gravitacional llamada «horizonte de sucesos», de la cual nada puede escapar. Las singularidades ocurren en el Big Bang, en los agujeros negros y en el Big Crunch (que podría ser considerado como una unión de agujeros negros)".

(...)

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* Horizonte de sucesos. [La estructura de lo invisible]
Infografía. Papel Lambda sobre alocubond
90 cms x
120 cms

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Proyecto subvencionado por:
Ayudas a la Creación. F.M.C. (Fundación Municipal de Cultura) Ayuntamiento de Gijón
Becas Francisco de Zurbarán. Consejería de Cultura. Junta de Extremadura.

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